miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿Yo, votar, para qué? Ensayo para Filosofías sobre lo común



DESENCANTAD@ SOCIAL
Por Joan González-Conde Cantero

Yo, votar, ¿para qué? Aquellos que solemos votar y creemos que nuestra voluntad en los comicios sirve de algo, solemos estar tentados a responder a quien formula esta pregunta-desafío, controlando con mayor o menor éxito nuestro hervor en la sangre, con algunas de las siguientes fórmulas: porque tienes un derecho, porque si no luego tus quejas no tendrán legitimidad, porque ahora es el momento. Pero deberíamos dar un paso más allá, y más que contestar con argumentos ya bastante manidos (aunque igualmente válidos), podríamos hacer algo quien sabe si más impactantante y terapéutico. Podríamos optar por devolver nuestra respuesta en forma de pregunta: ¿Cuando te volviste un desencantado? ¿Por qué?
La idea del desencantado social, de aquel que por activa o por pasiva dice ser ajeno a la política, un lobo solitario en toda esta marea social, es bastante romántica, pero bien podría ser que fuera una creencia compartida por mucha gente. Además, uno ha de ser honesto con el trabajo que hace. En el campo de la psicología positiva, a veces confundimos ésta con el optimismo y la esperanza en dosis industriales. Y esto es necesario, lo admito, pero en mi opinión, lo es hasta cierto punto. Tomemos como ejemplo el objeto de análisis de la psicología comunitaria, aquella con la que he tenido más contacto en los últimos tiempos. Este ámbito de la psicología se dedica a estudiar el empowerment o empoderamiento, definido por uno de sus peces gordos, Zimmerman[1], como un proceso intencional y dinámico centrado en la comunidad local, concerniente al respeto mutuo, la reflexión crítica, el cuidado mutuo, y la participación grupal, a través del cual las personas que carezcan de recursos ganen más acceso y control sobre esos recursos. ¡Qué bonito suena! y qué difícil es llevar a cabo, si se me permite decirlo.
Es un concepto muy útil y que, dada la naturaleza amplia y polivalente de su estudio y el tipo de intervención que caen bajo su paraguas, permite múltiples lecturas. Como comentaba antes, soy partidario de darle una visión, no tanto pesimista, sino centrada en los aspectos menos positivos y, quien sabe, si menos comerciales o apetecibles al ojo público. Me refiero a que, estudiar la dinámica de participación en la comunidad en aquellos que mayor empoderamiento y sentido de comunidad poseen, es como estudiar el amor solo a partir de los besos de los enamorados o enamoradas, y obviar las lágrimas del desengañado o desengañada. En este sentido, encuentro básico y realmente útil analizar a los más alejados del tejido social de a comunidad, a los que nunca asisten a reuniones y/o asambleas, encontrando las causas de su desencanto. Un desencanto que seguramente estará basado en una narrativa.
Es en esta narrativa donde la lectura de los clásicos de la teoría política nos puede ayudar. La voz de los clásicos sigue manifiesta en el sustrato social del que los árboles ideológicos se alimentan, y de donde nuestra psique se alimenta para dar coherencia a la realidad que afronta. A continuación presento un destilado de las ideas de Hobbes, Rousseau y Kant, relacionándolos con los presupuestos del empowerment y, sobretodo, cómo éstas pueden estar presentes en la narrativa de la mente humana.
Recuperemos la definición dada de empowerment, y démosle la vuelta: Una persona no empoderada sería aquella que no participa en la comunidad local, que no tiene respeto mutuo, que carece de reflexión crítica, no cuida ni participa en el grupo… ¡Que representación más Ducassiana del ser humano[2]! Y una persona así, de naturaleza más mítica incluso que los hipogrifos y los dulces que no engordan, sería rápidamente presa de los lobos humanos o carne de psiquiátrico.
Así pues, más que decir que una persona está emporada o no en términos categóricos, es mucho más sabio hablar de un continuo, donde los individuos se sitúan más hacia un extremo o hacia otro. Ahora, intentémonos ponernos en la piel del gran referenciado Hobbes, e imaginemos qué se le pasaría por la mente:
¿Qué demonios es esto del empoderamiento? ¿Posibilidad de ganar poder? Miren señores y señoras, ya tuvieron poder antes, y así les fue, dejen al soberano que elija por ustedes. Al fin y al cabo, este ha sido elegido por vosotros, así que, ¿qué derecho tenéis ahora para actuar en contra de las propias leyes, de las cuáles sois autores y actores? Y encima, el sentido crítico… ¿Ya os ha estado ablandando la sesera el bueno de Rousseau? El sentido crítico no es comprensible si queréis ser unos buenos súbditos, ya que éste causaría disidencia, y no os interesa eso, ¿verdad? Volver al estado natural. Lo que queréis es estar en vuestros hogares, tener la barriga llena y un lugar donde caer rendidos cada noche sin miedo a que os robe el pan vuestro vecina, o peor, vuestra hija. Así que, portaros bien con el prójimo, acatad las normas, y dejaros de uniones raras ni participación grupal, pues todos sois átomos dentro del leviatán, simples células sin opinión. Sino, ateneros al poder de la espada, daros por avisados…
Hobbes, tan inocente que parece él...
 
Vaya una nos ha soltado Hobbes, y supongo que Rousseau querrá hablar por alusiones:
Querido Hobbes, deja tu Leviatán, tu ars política, fuera de aquí. No me ha hecho falta hablar al pueblo ni meterme en su sesera para que empiecen a pensar. A diferencia de lo que crees tu, el pueblo es soberano, y este concepto de empowerment, como no, me encanta. Habla de igualar las oportunidades de todos, de mostrarnos de manera equitativa ante la ley y tener los mismos recursos para sobrevivir, y si no se nos garantiza esto por cualquier condición, debemos hacer lo posible dentro del marco legislativo para reclamar lo nuestro. Eso sí, estoy de acuerdo contigo en que la lectura que se puede hacer del empowerment como emancipación, puede ser peligrosa y crear enemigos para el pueblo soberano, crear minorías poderosas que oculten la voluntad general.

Rousseau, un "avanzado" para su época.
Admito que la representación de la voz de estos autores está altamente destilada, pero no es nada de lo que no haya avisado antes… Antes de hablar con Kant, me gustaría hacer una relectura de estas divagaciones de Hobbes y Rousseau. 
Hobbes habla de la sumisión, negando cualquier poder de raciocinio a los individuos a posteriori del pacto, implicando esto una incapacidad substancial y legislativa para reclamar. Este sentimiento de incapacidad y de poca legitimidad de la voz propia podría ser uno de los componentes substanciales de la mentalidad desencantada. Así mismo, habla del poder de la espada, el miedo. Sé que puede ser una extrapolación un tanto aventurada, pero este miedo a que la espada de Heráclito caiga injusta y de manera continua sobre nuestras cabezas puede tener una expresión muy clara en que la gente temiera y tema ir a las manifestaciones a causa del miedo a las cargas policiales, o un miedo más sutil como el de no reclamar delante del ayuntamiento por miedo a que no sea escuchada su petición y que incluso se le tache de estar saturando la ley pública. Por ende, si tuviera que escoger un pozo de ideas que riegue y abone la imaginería de los desencantados, este sería Hobbes y sus refritos.
Eso sí, ahora le toca a Rousseau, que tampoco se queda corto en su última frase “la lectura que se puede hacer del empowerment como emancipación, puede ser peligrosa y crear enemigos para el pueblo soberano, crear minorías poderosas que oculten la voluntad general”
Como vemos, haciendo una lectura de las palabras de Rousseau, podríamos encontrarnos con que dentro de su obra podría contemplar con más facilidad el hecho de igualar las oportunidades, y de proporcionar al pueblo el poder de ser soberano, adquiriendo así un poder inexistente en la visión de Hobbes. Pero de nuevo, nos topamos con una visión pesimista/crítica de los disidentes, en el que si bien el pueblo es soberano, no debería dejarse llevar por sus impulsos individuales y mirar por el bien común no del grupo, sino del estado. Así pues, los individuos estarían más relacionados y conectados, pero dudo que esta visión permitiera un trabajo de emancipación, pues esto bien podría traducirse en que cierta comunidad podría adquirir un sentido propio de lo justo, siendo una minoría poderosa que actuaría cada vez más por su cuenta.
Mezclando estos dos mundos políticos, podríamos encontrarnos con visiones como el miedo a que, defendiendo la Voluntad General de una comunidad frente a la comunidad general del Pueblo, se reciba el poder de la espada, o bien que dentro de la propia comunidad emancipada podrían surgir líderes que de nuevo se pusieran a ellos como representantes, más o menos ilegítimos, de la voluntad de la comunidad. A este respecto, aquí vemos como el término empowerment, claro y conciso en su definición, puede dar lugar a confundirlo con emancipación, lo que provoca que muchas veces cuando queramos mejorar la vida de los habitantes de una comunidad u organización y digamos que trabajamos bajo el empowerment, nos miren con cara rara, y sea esta una de las razones.
El tercero en discordia es Kant, que bebiendo de Spinoza, le daría otra vuelta de tuerca al vínculo del individuo con el Estado:
Desde mi punto de vista, si se me permite decirlo, el hombre y la mujer son seres razonables, y es esta misma razón la que, despojándose de lo puramente concurrente y lo enteramente metafísico, construyendo su sentido de deber, la une al Estado. Un hombre podría reclamar al Pacto aquello que creyera no se le ha otorgado, de lo contrario sería algo irrazonable y contranaturaleza. Así pues, creo que la humanidad es suficientemente razonable como para que ante la posibilidad de evolucionar en su posición, actúa de forma responsable y meditada.

Kant, ¡inventor de la foto en plano contrapicado!

Pronunciada de esta manera esta concepción resulta enteramente atractiva, pero estaría por ver si realmente el caciquismo, la opresión y la corrupción podrían entrar dentro de un sistema racional. Así pues, si lo racional permite al hombre formar el Pacto y convivir en paz, cualquier forma de opresión irracional debería estar fuera del contexto del pacto. El empoderamiento, lejos de actuar en oposición al estado, podría apelar a la racionalidad de los individuos, proporcionándoles las suficientes herramientas para reclamar aquello que a través de su sentido racional en el momento del Pacto declararon como suyo.
Como cierre a esta, podríamos llamar, personificación, de mi comprensión de los autores y mi idea de como se enfrentarían a este concepto del empowerment, admito que esto ha sido un simple ejercicio y que la naturaleza de este debate debe ser sin duda mucho más profunda, habiendo de tener en cuenta por ejemplo el contexto histórico tanto de los autores como del concepto del empoderamiento en sí en la sociedad actual. Aun así, me corroe la duda de en qué medida los argumentos que usa la gente para no participar en la política ni en la sociedad (más allá de lo requerido), para no empoderarse, bebe de ideas nuevas o de ideas ya elaboradas, y de hasta que punto ciertos medios de comunicación podrían promover argumentos disuasorios que cayeran dentro de los mundos políticos presentados por estos y otros autores. Personalmente me inclino más por la segunda, pues al fin y al cabo, nuestros árboles de sentido[3] tienen como sustrato unos mitos, utopías e ideologías que antaño florecieron, pero bueno, todo sería cuestión de ponerse las armaduras que fueran necesarias, salir a la calle, cavar en las mentes de l@s ciudadan@s.


[1] Véase Empowerment Theory: Psychological, Organizational and Community Levels of Analysis, en Handbook of Community Psychology
[2] En relación a la naturaleza de Maldoror, personaje de Los Cantos de Maldoror, escrito por el Comte de Lautréamont, es decir, Isidore Lucien Ducasse.
[3] En referencia a la metáfora de los árboles de sentido intrdoucidos por el Sociólogo Guy Bajoit, en obras como El cambio social: Análisis sociológico del cambio social y cultural en las sociedades contemporáneas. Madrid: Siglo XXI.