DESENCANTAD@
SOCIAL
Por Joan
González-Conde Cantero
Yo, votar, ¿para
qué? Aquellos
que solemos votar y creemos que nuestra voluntad en los comicios sirve de algo,
solemos estar tentados a responder a quien formula esta pregunta-desafío, controlando con mayor o menor éxito nuestro
hervor en la sangre, con algunas de las siguientes fórmulas: porque tienes un
derecho, porque si no luego tus quejas no tendrán legitimidad, porque ahora es el momento. Pero deberíamos dar
un paso más allá, y más que contestar con argumentos ya bastante manidos
(aunque igualmente válidos), podríamos hacer algo quien sabe si más impactantante
y terapéutico. Podríamos optar por devolver nuestra respuesta en forma de
pregunta: ¿Cuando te volviste un desencantado? ¿Por qué?
La
idea del desencantado social, de aquel que por activa o por pasiva dice ser
ajeno a la política, un lobo solitario en toda esta marea social, es bastante
romántica, pero bien podría ser que fuera una creencia compartida por mucha
gente. Además, uno ha de ser honesto con el trabajo que hace. En el campo de la
psicología positiva, a veces confundimos ésta con el optimismo y la esperanza
en dosis industriales. Y esto es necesario, lo admito, pero en mi opinión, lo
es hasta cierto punto. Tomemos como ejemplo el objeto de análisis de la
psicología comunitaria, aquella con la que he tenido más contacto en los
últimos tiempos. Este ámbito de la psicología se dedica a estudiar el empowerment o empoderamiento, definido por
uno de sus peces gordos, Zimmerman[1],
como un proceso intencional y dinámico centrado en la comunidad local,
concerniente al respeto mutuo, la reflexión crítica, el cuidado mutuo, y la
participación grupal, a través del cual las personas que carezcan de recursos
ganen más acceso y control sobre esos recursos. ¡Qué bonito suena! y qué
difícil es llevar a cabo, si se me permite decirlo.
Es
un concepto muy útil y que, dada la naturaleza amplia y polivalente de su
estudio y el tipo de intervención que caen bajo su paraguas, permite múltiples
lecturas. Como comentaba antes, soy partidario de darle una visión, no tanto
pesimista, sino centrada en los aspectos menos positivos y, quien sabe, si
menos comerciales o apetecibles al ojo público. Me refiero a que, estudiar la
dinámica de participación en la comunidad en aquellos que mayor empoderamiento
y sentido de comunidad poseen, es como estudiar el amor solo a partir de los
besos de los enamorados o enamoradas, y obviar las lágrimas del desengañado o
desengañada. En este sentido, encuentro básico y realmente útil analizar a los
más alejados del tejido social de a comunidad, a los que nunca asisten a
reuniones y/o asambleas, encontrando las causas de su desencanto. Un desencanto
que seguramente estará basado en una narrativa.
Es
en esta narrativa donde la lectura de los clásicos de la teoría política nos
puede ayudar. La voz de los clásicos sigue manifiesta en el sustrato social del
que los árboles ideológicos se alimentan, y de donde nuestra psique se alimenta
para dar coherencia a la realidad que afronta. A continuación presento un
destilado de las ideas de Hobbes, Rousseau y Kant, relacionándolos con los
presupuestos del empowerment y,
sobretodo, cómo éstas pueden estar presentes en la narrativa de la mente
humana.
Recuperemos
la definición dada de empowerment, y
démosle la vuelta: Una persona no empoderada sería aquella que no participa en
la comunidad local, que no tiene respeto mutuo, que carece de reflexión
crítica, no cuida ni participa en el grupo… ¡Que representación más Ducassiana
del ser humano[2]!
Y una persona así, de naturaleza más mítica incluso que los hipogrifos y los
dulces que no engordan, sería rápidamente presa de los lobos humanos o carne de
psiquiátrico.
Así
pues, más que decir que una persona está emporada o no en términos categóricos,
es mucho más sabio hablar de un continuo, donde los individuos se sitúan más
hacia un extremo o hacia otro. Ahora, intentémonos ponernos en la piel del gran
referenciado Hobbes, e imaginemos qué se le pasaría por la mente:
¿Qué
demonios es esto del empoderamiento? ¿Posibilidad de ganar poder? Miren señores
y señoras, ya tuvieron poder antes, y así les fue, dejen al soberano que elija
por ustedes. Al fin y al cabo, este ha sido elegido por vosotros, así que, ¿qué
derecho tenéis ahora para actuar en contra de las propias leyes, de las cuáles
sois autores y actores? Y encima, el sentido crítico… ¿Ya os ha estado
ablandando la sesera el bueno de Rousseau? El sentido crítico no es
comprensible si queréis ser unos buenos súbditos, ya que éste causaría
disidencia, y no os interesa eso, ¿verdad? Volver al estado natural. Lo que
queréis es estar en vuestros hogares, tener la barriga llena y un lugar donde
caer rendidos cada noche sin miedo a que os robe el pan vuestro vecina, o peor,
vuestra hija. Así que, portaros bien con el prójimo, acatad las normas, y
dejaros de uniones raras ni participación grupal, pues todos sois átomos dentro
del leviatán, simples células sin opinión. Sino, ateneros al poder de la
espada, daros por avisados…
Hobbes, tan inocente que parece él... |
Vaya
una nos ha soltado Hobbes, y supongo que Rousseau querrá hablar por alusiones:
Querido
Hobbes, deja tu Leviatán, tu ars
política, fuera de aquí. No me ha hecho
falta hablar al pueblo ni meterme en su sesera para que empiecen a pensar. A
diferencia de lo que crees tu, el pueblo es soberano, y este concepto de
empowerment, como no, me encanta. Habla de igualar las oportunidades de todos,
de mostrarnos de manera equitativa ante la ley y tener los mismos recursos para
sobrevivir, y si no se nos garantiza esto por cualquier condición, debemos
hacer lo posible dentro del marco legislativo para reclamar lo nuestro. Eso sí,
estoy de acuerdo contigo en que la lectura que se puede hacer del empowerment
como emancipación, puede ser peligrosa y crear enemigos para el pueblo
soberano, crear minorías poderosas que oculten la voluntad general.
Rousseau, un "avanzado" para su época. |
Admito
que la representación de la voz de estos autores está altamente destilada, pero
no es nada de lo que no haya avisado antes… Antes de hablar con Kant, me
gustaría hacer una relectura de estas divagaciones de Hobbes y Rousseau.
Hobbes
habla de la sumisión, negando cualquier poder de raciocinio a los individuos a posteriori del pacto, implicando esto
una incapacidad substancial y legislativa para reclamar. Este sentimiento de
incapacidad y de poca legitimidad de la voz propia podría ser uno de los
componentes substanciales de la mentalidad desencantada. Así mismo, habla del
poder de la espada, el miedo. Sé que puede ser una extrapolación un tanto aventurada,
pero este miedo a que la espada de Heráclito caiga injusta y de manera continua
sobre nuestras cabezas puede tener una expresión muy clara en que la gente
temiera y tema ir a las manifestaciones a causa del miedo a las cargas
policiales, o un miedo más sutil como el de no reclamar delante del
ayuntamiento por miedo a que no sea escuchada su petición y que incluso se le
tache de estar saturando la ley pública. Por ende, si tuviera que escoger un
pozo de ideas que riegue y abone la imaginería de los desencantados, este sería
Hobbes y sus refritos.
Eso
sí, ahora le toca a Rousseau, que tampoco se queda corto en su última frase “la lectura que se puede hacer del
empowerment como emancipación, puede ser peligrosa y crear enemigos para el
pueblo soberano, crear minorías poderosas que oculten la voluntad general”
Como
vemos, haciendo una lectura de las palabras de Rousseau, podríamos encontrarnos
con que dentro de su obra podría contemplar con más facilidad el hecho de
igualar las oportunidades, y de proporcionar al pueblo el poder de ser
soberano, adquiriendo así un poder inexistente en la visión de Hobbes. Pero de
nuevo, nos topamos con una visión pesimista/crítica de los disidentes, en el
que si bien el pueblo es soberano, no debería dejarse llevar por sus impulsos
individuales y mirar por el bien común no del grupo, sino del estado. Así pues,
los individuos estarían más relacionados y conectados, pero dudo que esta
visión permitiera un trabajo de emancipación, pues esto bien podría traducirse
en que cierta comunidad podría adquirir un sentido propio de lo justo, siendo
una minoría poderosa que actuaría cada vez más por su cuenta.
Mezclando
estos dos mundos políticos, podríamos encontrarnos con visiones como el miedo a
que, defendiendo la Voluntad General de una comunidad frente a la comunidad
general del Pueblo, se reciba el poder de la espada, o bien que dentro de la
propia comunidad emancipada podrían surgir líderes que de nuevo se pusieran a
ellos como representantes, más o menos ilegítimos, de la voluntad de la
comunidad. A este respecto, aquí vemos como el término empowerment, claro y conciso en su definición, puede dar lugar a
confundirlo con emancipación, lo que provoca que muchas veces cuando queramos
mejorar la vida de los habitantes de una comunidad u organización y digamos que
trabajamos bajo el empowerment, nos
miren con cara rara, y sea esta una de las razones.
El
tercero en discordia es Kant, que bebiendo de Spinoza, le daría otra vuelta de
tuerca al vínculo del individuo con el Estado:
Desde
mi punto de vista, si se me permite decirlo, el hombre y la mujer son seres
razonables, y es esta misma razón la que, despojándose de lo puramente
concurrente y lo enteramente metafísico, construyendo su sentido de deber, la
une al Estado. Un hombre podría reclamar al Pacto aquello que creyera no se le
ha otorgado, de lo contrario sería algo irrazonable y contranaturaleza. Así
pues, creo que la humanidad es suficientemente razonable como para que ante la
posibilidad de evolucionar en su posición, actúa de forma responsable y
meditada.
Kant, ¡inventor de la foto en plano contrapicado! |
Pronunciada
de esta manera esta concepción resulta enteramente atractiva, pero estaría por
ver si realmente el caciquismo, la opresión y la corrupción podrían entrar
dentro de un sistema racional. Así pues, si lo racional permite al hombre
formar el Pacto y convivir en paz, cualquier forma de opresión irracional
debería estar fuera del contexto del pacto. El empoderamiento, lejos de actuar
en oposición al estado, podría apelar a la racionalidad de los individuos,
proporcionándoles las suficientes herramientas para reclamar aquello que a
través de su sentido racional en el momento del Pacto declararon como suyo.
Como
cierre a esta, podríamos llamar, personificación, de mi comprensión de los
autores y mi idea de como se enfrentarían a este concepto del empowerment, admito que esto ha sido un
simple ejercicio y que la naturaleza de este debate debe ser sin duda mucho más
profunda, habiendo de tener en cuenta por ejemplo el contexto histórico tanto
de los autores como del concepto del empoderamiento en sí en la sociedad
actual. Aun así, me corroe la duda de en qué medida los argumentos que usa la
gente para no participar en la política ni en la sociedad (más allá de lo
requerido), para no empoderarse, bebe de ideas nuevas o de ideas ya elaboradas,
y de hasta que punto ciertos medios de comunicación podrían promover argumentos
disuasorios que cayeran dentro de los mundos políticos presentados por estos y
otros autores. Personalmente me inclino más por la segunda, pues al fin y al
cabo, nuestros árboles de sentido[3]
tienen como sustrato unos mitos, utopías e ideologías que antaño florecieron, pero
bueno, todo sería cuestión de ponerse las armaduras que fueran necesarias,
salir a la calle, cavar en las mentes de l@s ciudadan@s.
[1] Véase Empowerment Theory:
Psychological, Organizational and Community Levels of Analysis, en Handbook of Community Psychology
[2] En relación a la naturaleza
de Maldoror, personaje de Los Cantos de
Maldoror, escrito por el Comte de
Lautréamont, es decir, Isidore Lucien Ducasse.
[3]
En referencia a la metáfora de los árboles de sentido intrdoucidos por el
Sociólogo Guy Bajoit, en obras como El
cambio social: Análisis sociológico del cambio social y cultural en las
sociedades contemporáneas. Madrid: Siglo XXI.